miércoles, 14 de diciembre de 2011

Filosofía aquí y ahora IV. José Pablo Feinmann. Encuentro 7: José Carlos Mariátegui: regionalismo y centralismo


Sumario

1 Pensamiento y militancia
2 “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”
3 El proceso de liberación de las colonias
4 La cuestión agraria

1 Pensamiento y militancia

Este es el encuentro número 7 de nuestro 4º ciclo de “Filosofía aquí y ahora”. El título de nuestro 4º ciclo es “América Latina. Filosofía y colonialismo”. Y el tema de este 4º encuentro es “José Carlos Mariátegui” que es el gran filósofo marxista peruano que a la vez es el más grande filósofo marxista de América Latina. Lo cual les voy a decir -en una tremenda agresión a los filósofos marxistas de América Latina- que no se necesita un mérito muy extraordinario para serlo, porque en general no han hecho más que repetir las fórmulas más elementales del padre del llamado socialismo científico, es decir de Karl Marx. 

Pero, en cambio, José Carlos Mariátegui fue mucho más allá. José Carlos Mariátegui hizo la actitud esencial de un intelectual. ¿Cuál es la actitud esencial de un intelectual? Crear. Si un intelectual es marxista, no tiene que tomar la letra del marxismo como un dogma, eso lo puede hacer el cura de una parroquia que está leyendo la biblia y ahí está la palabra divina a la cual él se va a someter. Pero un intelectual no se somete nunca porque sino no es un intelectual. Un intelectual vive en estado de creatividad y esto es lo que José Carlos Mariátegui hizo frente al marxismo.

El libro en el cual se condensa todo este saber, toda esta osadía intelectual de José Carlos Mariátegui es un libro célebre que todos los marxistas de América Latina han leído pero no han tomado su ejemplo. El libro es “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana” de 1928. Ahí Mariátegui consolida su obra más importante.

Mariátegui fue un hombre de un pensamiento vigoroso pero de una salud endeble. Este es un caso típico y atípico, digamos. Podríamos decir que Nietzsche fue un tipo así, de un pensamiento vigoroso y una salud endeble. Mariátegui, desde muy niño, tiene problemas muy graves, tiene un problema en la pierna que le causa –bueno, le causa lo que causan este tipo de problemas- una disminución frente a la mirada del otro. La mirada del otro es lo que te hace un rengo. Porque objetivamente, es cierto, uno puede carecer de una pierna, pero carece de una pierna porque los otros lo miran. Esta es la tragedia. Los otros lo miran y el que carece de un miembro a la vista se da cuenta que lo primero que el otro ve en él es lo que él no tiene. En el caso de Mariátegui, una pierna.

Como todo intelectual marxista, José Carlos Mariátegui es un intelectual comprometido, es un intelectual que publica sus ideas por medio de la prensa. En realidad, si ustedes quieren conocer mi opinión, yo creo que así debe ser. Que un intelectual no se puede andar escondiendo en ninguna torre de marfil, que no se puede andar escondiendo en ninguna institución –como la universidad, por ejemplo. Sino que realmente tiene que dar su palabra, tiene que dar su opinión, porque para algo ha tenido estudios avanzados. Cuando se tienen estudios avanzados hay una comprensión que suele ser más profunda y más organizativa de la realidad. Esto es lo que hace Mariátegui. 

Ahora, esto tiene sus riesgos. El riesgo frecuente que tienen los intelectuales es el de ser considerados ideólogos por el poder. Y, para el poder, el ideólogo es muchas veces el causante de todo porque es el que pone –y estas son las palabras del poder- las semillas de la insurrección o de la subversión en la cabeza de la gente. Por eso el presidente Leguía tenía dos caminos: o lo mataba o lo mandaba a Europa. Como no podía matarlo dada la coyuntura política y la importancia que había tomado Mariátegui, lo manda a Europa. Se puede interpretar esto como un exilio o como una expulsión del país. Mariátegui se va a Europa y aprovecha mucho este viaje porque Europa seguía siendo –en ese momento- el centro de la actividad intelectual. Participa de muchos congresos socialistas y conoce a personalidades excepcionales como Togliatti –que va a ser el presidente del Partido Comunista- y Antonio Gramsci. O sea, Mariátegui encuentra la fuente importante de pensadores a los cuales él no sólo admiraba sino que tenía mucho para aprender de ellos.

2 “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”

El tema más apasionante que trata Mariátegui en sus “7 ensayos…” es el de las revoluciones de América Latina. En este sentido su pensamiento es muy original. Esas revoluciones –dice Mariátegui- no fueron revoluciones. Lo que esas revoluciones constituyeron fue salir de la órbita hispánica que realmente monopolizaba el comercio de las colonias de América Latina. Al monopolizar el comercio de las colonias de América Latina, estas colonias quedaban fuera del libre comercio de la modernidad del occidente capitalista. Entonces, para Mariátegui era comprensible que las clases que dominaban a todos estos países quisieran entrar en relación con los países que hegemonizaban este desarrollo occidental capitalista –que eran fundamentalmente Gran Bretaña y Francia. España, además, ya no podía abastecer a las colonias. España era una monarquía en decadencia, una monarquía que podía ser comparada con el “amo hegeliano”, una monarquía destinada al goce y no al trabajo; y en este sentido se contradecía tremendamente con Gran Bretaña que era un imperio dedicado por completo al desarrollo de la industria, a la conquista de los territorios que necesitaba para obtener mercaderías, materias primas para su industria.

Entonces, al ver esto, Mariátegui se da cuenta que la cuestión de una América Latina unida no va a ser posible porque Inglaterra no lo va a permitir. Porque Inglaterra unida con las clases sociales nativas de los países americanos no lo van a permitir. Esto quiere decir lo siguiente –y quiero ser claro en este punto-, porque hay un librito de Alvarito Vargas Llosa que se llama “Manual del perfecto idiota latinoamericano” (1996) y su primer capítulo dice así: “ellos son ricos porque nosotros somos pobres”. No, es mentira, Alvarito Vargas Llosa es el “perfecto idiota neoliberal” porque, además, es de esos tipos que son los hijos de un grande y ni siquiera tiene un nombre (como “Alvaro”, sino que es “Alvarito”). Y Alvarito lo que dice es que la queja constante de los países de América Latina es “nosotros somos pobres porque el imperio es rico”. No es así. Nosotros somos pobres porque la clases dominantes de los países subdesarrollados establecen un pacto neocolonial con el imperio –está claro esto, porque esto hay que entenderlo bien-, y en ese pacto neocolonial las clases hegemónicas de las colonias dejan de lado a todas las demás: que no entren en este pacto neocolonial.

El pacto neocolonial lo hacen las burguesías mercantilistas, improductivas e importadoras –porque no producen nada, importan todo- y las oligarquías terratenientes. En Perú, lo que analiza además Mariátegui es el problema de los pueblos originarios, el problema del indio. Porque, ¿qué es lo que había originariamente en América Latina? Había indios. Por eso creo que dije en algún programa que el que no tenga de 1900 para atrás escrituras por las tierras que posee, las tendría que devolver porque es un robo lo que hizo. Es decir, las tierras se conseguían aquí del siguiente modo: le decía a un tipo “montá a caballo y galopá hasta que revientes el caballo”, el tipo iba hasta donde reventaba el caballo y hasta ahí la tierra era suya. Así se conquistó la tierra en el siglo XIX.

Por supuesto, esas tierras se las robaron a los pueblos originarios, los cuales fueron aniquilados en todos lados, se los mató aquí, se los mató en Estados Unidos. Lo que ocurre es que aquí se los mató para crear el latifundio, se los mató para repartir las tierras entre muy pocas familias, sabemos lo que fue la llamada “conquista del desierto” de Roca: fue una empresa para lograr el latifundio. Mariátegui cuando analiza el problema de los pueblos originarios marca esto: los pueblos originarios fueron saqueados, se les quitaron sus tierras. Siguió adelante y nosotros vamos a seguir adelante con él.

3 El proceso de liberación de las colonias

En su obra fundamental “7 ensayos…”, Mariátegui hace una de las interpretaciones más osadas y más exactas del proceso liberacionista de las colonias hispanoamericanas. Este proceso no fue una revolución para Mariátegui, sino que fue el cambio de la sumisión hacia el monopolio español que ahogaba las economías de América Latina al condenarlas a trabajar únicamente con Cádiz, digamos, con el imperio español que era un imperio en decadencia. Si nosotros nos fijamos en la figura del “amo y el esclavo” de Hegel, España sería el amo que vive del goce mientras que el esclavo trabaja. 

España, por otra parte, ya no podía abastecer a las colonias porque no tenía ese poder de hacerlo mientras que desde las colonias lo que están viendo es que hay un imperio –que es el imperio británico- que es el que lleva la delantera en eso que llaman “el tren de la historia”, al cual hay que subirse o sino uno se queda atrás. Entonces Mariátegui dice que está bien, que se ha liberado a América Latina del imperio español monárquico decadente y que ahora América Latina se va a integrar –a través de un intercambio cultural y económico- al imperio británico y a Francia, pero fundamentalmente al imperio británico.

Mariátegui no deja de ver las cosas que han quedado en el camino, las derrotas que ha implicado todo este proceso, y una de las derrotas más grandes es la del indio. La del indio es una de las derrotas más grandes en toda América Latina. Había un programa liberal –en Perú- para no dejar totalmente de lado el problema de los indios. Lo que ocurre en Perú es lo que ocurrió en Argentina, no hay una nueva clase dirigente, no hay una burguesía democrática y revolucionaria. ¿Qué sería una burguesía democrática y revolucionaria? Sería una burguesía que quiere hacer una revolución porque quiere producir lo que el país necesita. Porque es una burguesía de la producción, una burguesía industrial. Pero la burguesía de los países coloniales es una burguesía meramente intermediaria, trae las mercancías británicas y las introduce en el país arruinando las industrias del país. 

Esta burguesía está aliada a la aristocracia latifundista. Entre el latifundismo y esta    burguesía poderosa, muy fuerte, enriquecida sencillamente por el tráfico de mercancías, hay un poder centralizado, y el problema del indio –dice Mariátegui- debió tener una solución social, pero nunca tuvo una solución social el problema del indio. Tuvo otro tipo de soluciones. El indio, en Perú, tuvo un peso que nosotros desconocemos por completo. Lo que propone Mariátegui es que si los indios, los pueblos originarios, tienen que tener una solución social, deben ser ellos los que encaren sus propios problemas. Deben formar “Congresos Indígenas”, algo que aquí fue inimaginable. ¿Qué implica un Congreso Indígena? Un Congreso siempre implica una centralización. Una centralización es una comunicación entre los grupos de distintas regiones que se reúnen en un Congreso para discutir los problemas de cada uno de esos grupos. Justamente un Congreso es el diálogo entre los distintos grupos de pueblos originarios.

Hay 4 millones de personas. Pero el número es muy difícil que se transforme en fuerza si no hay una ideología profunda de unificación. ¿Qué es lo que quiero decir con esto? Es que puede haber una fuerza social, puede haber una fuerza política que tenga 40 millones de personas, pero si estas 40 millones de personas no están unidas por una ideología que realmente las contenga, les dé un objetivo, y haga de ese número una fuerza, la cosa no funciona. Ahí es cuando el número deviene fuerza. Pensemos en esto, en cómo el número se transforma en fuerza cuando se fijan objetivos comunes para todos.

4 La cuestión agraria

El tema fundamental que va a tratar Mariátegui en los “7 ensayos…” es el tema de la cuestión agraria. El tema de la cuestión agraria es un tema esencialmente injusto porque, por supuesto, siempre el tema de la cuestión agraria está mal resuelto en América Latina porque la distribución de la tierra en América Latina es terriblemente desigual.
El régimen feudal que se caracteriza por una centralización de la tierra en la figura del Señor feudal debió ser reemplazado por las revoluciones latinoamericanas, pero no fue reemplazado. Las tierras siguieron teniendo un carácter centralizado en pocas familias. En el Perú –dice Mariátegui- no hemos tenido en 100 años una clase burguesa. Una clase burguesa sería una clase realmente revolucionaria, productiva y que negociara para vender sus productos en el mercado externo y no importar los productos de la metrópoli. 

Ahora, esta falta de igualdad en el tratamiento de la tierra es una de las grandes trabas del desarrollo. Por supuesto porque si la tierra pertenece a 10, 15 familias, la tierra no va a ser trabajada. Es decir, la van a trabajar los peones que están a sueldo de esas familias pero el peón no trabaja la tierra del mismo modo cuando la trabaja para el patrón por 30 pesos que cuando la trabaja para sí mismo, para su familia y para mantener su hogar.

Mariátegui, por supuesto, y esto es notable, a qué apela, qué es lo que pude solucionar esto: una intervención del Estado. Pero de un Estado revolucionario que haga una reforma agraria. Esto no ocurrió nunca. Lo intentó Artigas, pero no sucedió nunca en América Latina. La oligarquía de América Latina nunca perdió la posesión abundante y extensa de sus tierras. No hubo un Estado intervencionista que interviniera en la distribución de la tierra y dijera: no señores, esto no puede ser. Usted no puede tener 800.000 hectáreas y su vecino 3 hectáreas. Entonces, hay una intervención ahí del Estado que hace una política nacionalista. ¿Por qué una política nacionalista? Porque hace una política para la nación y es una política para todos. Si es una política para todos entonces el Estado dice: mire, señor, usted que tiene 800.000 hectáreas se va a conformar con 100.000. Y hay 700.000 hectáreas que nosotros vamos a repartir entre los pueblos originarios y los campesinos. Imagínense ustedes si se hace esto es la revolución, la subversión pura, el atentado a Dios, a las causas más puras de una nación que ¿cuáles son? Las que justifiquen siempre que los poderosos tengan las tierras de las que se apoderaron en algún momento.

Vamos a tratar aquí de ir sintetizando el pensamiento de Mariátegui. Hay en efecto una línea de pensamiento marxista en Mariátegui mezclada con un nacionalismo. Este nacionalismo implica el interés que tiene Mariátegui por el Perú. Mariátegui no es un teórico peruano que se pone a filosofar sobre el marxismo, tampoco es un teórico que aplica el marxismo al Perú como si el marxismo fuera una teoría acabada en sí misma que pudiera ser aplicada a todos los países del planeta igualmente. Lo que hace Mariátegui y lo que lo aleja de la tradición marxista latinoamericana –y especialmente argentina, que es muy seguidista del pensamiento de Marx- es que Mariátegui recrea el marxismo porque es un nacionalista convencido, cosa que no fueron los marxistas argentinos, que no fueron nacionalistas, y que se encontraron con serios problemas para serlo: con Irigoyen, con el peronismo –al cual abominaron por ser un movimiento nacional, popular, populista-.
En cambio Mariátegui cree firmemente en su nacionalismo. Cree que en la unión del nacionalismo y el marxismo va a surgir un pensamiento original para su patria el Perú. 

Entonces, cuáles serían nuestras conclusiones fundamentales para Mariátegui? Mariátegui es el gran teórico marxista de América Latina, su ensayo fundamental es “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”. Lo que Mariátegui incorpora al marxismo es un genuino nacionalismo peruano que, en lugar de someter a Perú a la teoría marxista, utiliza la teoría marxista para comprender al Perú. Es decir, hay una unidad entre nacionalismo y marxismo que en la Argentina no se vio nunca porque el nacionalismo quedó del lado de los movimientos populares, y los marxistas nunca fueron nacionalistas y confundieron al nacionalismo con el fascismo. Mariátegui no, de ningún modo. Entiende que el nacionalismo es la comprensión de los pueblos originarios, es la comprensión de la necesidad de una reforma agraria, es la comprensión de la crítica al latifundismo, es la comprensión de la crítica a la revolución inconclusa que no se hizo contra España. Y ahí es donde Mariátegui toma su originalidad. La originalidad de Mariátegui –y con esto resumo- es que es un pensador marxista que une al marxismo con el problema profundo de la nación a la cual él quiere comprender.


Bueno, chau, fue todo.



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