jueves, 15 de diciembre de 2011

Filosofía aquí y ahora IV. José Pablo Feinmann. Encuentro 8: Tendencias historiográficas en Argentina


Sumario

1 La historia como conflicto
2 El revisionismo histórico y la historiografía liberal
3 FORJA y la década infame
4 Los hechos y las interpretaciones de los hechos

1 La historia como conflicto

Este es nuestro encuentro número 8 de “Filosofía aquí y ahora” en su 4ª temporada. El tema que tratamos en esta 4ª temporada es: “América Latina: Filosofía y colonialismo”.
El tema que nos va a ocupar hoy y nos va a ocupar fuertemente es el de las tendencias históricas en la Argentina. Que haya distintas tendencias históricas quiere decir que hay distintos puntos de vista sobre la historia. Que haya distintos puntos de vista sobre la historia quiere decir que hay distintas clases sociales que lo sostienen, que hay distintos grupos sociales que tienen distintas miradas y que esas distintas miradas establecen conflictos, antagonismos. O sea que la historia no es un lecho de rosas, la historia es un lecho de conflictos. Y estos conflictos se expresan también en las interpretaciones que cada uno de esos grupos, clases o subclases hacen de la historia.

Uno de los grupos que comienza por diferenciarse de la trasnochada historiografía liberal -que había escrito el general Mitre, que después siguió Ricardo Rojas, que José Ingenieros también escribe y cuya cumbre es el “Facundo” sarmientino- es la de la Escuela revisionista que nace a partir del golpe de Uriburu en 1930. El golpe de Uriburu es un golpe que se identifica con el fascismo europeo. 

Este Uriburu era un general de pocas luces –lo que quizás es una redundancia-, pero hay algunos con más luces… Uriburu muchas no tenía. Como no tenía muchas le pide a Leopoldo Lugones que le redacte la Proclama Revolucionaria. Leopoldo Lugones ya venía hablando de los golpes de Estado en Ayacucho, cuando se festeja el centenario de la batalla de Ayacucho, la batalla en la cual Antonio José de Sucre derrota definitivamente al poder español en América. Entonces, 100 años después, en Lima, Perú, se festeja el centenario de la batalla de Ayacucho. Ahí Leopoldo Lugones lanza un famoso discurso en el cual dice: “ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada”. Lugones era un gran orador, Lugones era un gran charlataneador, tenía una gran facilidad de palabra y de construcción de conceptos que respondían a la época en que se estaba viviendo. Entonces, en el discurso dice: “así como la espada hizo lo único enteramente logrado que tenemos hasta ahora, es decir, la independencia, ahora es necesario que la espada vuelva a instaurar la jerarquía (palabra bien de la derecha) indispensable que la democracia ha malogrado hasta hoy.” 

La democracia para Lugones se opone a toda jerarquía, lógico, la democracia no establece jerarquías. Pero para un fascista, un tipo de la derecha, tiene que haber jerarquías. Y un tipo que pide jerarquías odia a la democracia. Entonces Lugones habla de lo que él llama “paparruchas” que son: el pacifismo, el colectivismo y la democracia. Para él son sinónimos de la vacante que el jefe predestinado está dejando y que tiene que ser ocupada. Hay un jefe predestinado a ocupar el lugar que la democracia no puede ocupar. Ese jefe predestinado que anuncia Leopoldo Lugones es José Félix Uriburu y dice que el jefe predestinado –basándose en Nietzsche Lugones, a quien habría ojeado un poco- manda no por la ley, manda por ser el mejor, el derecho de ser el mejor. 

Es decir, se basa en la concepción que Nietzsche tiene de la aristocracia griega, son los mejores, los veraces, los que deben gobernar. La ley se confunde con la voluntad del hombre predestinado. Hay un hombre predestinado a gobernar y la voluntad de ese hombre es la ley –fijensé qué peligroso que es esto-. El “superhombre” nietzscheano es el que da fundamento a estas ideas lugonianas. En síntesis, el pensamiento fascista es un pensamiento que se basa siempre en una casta privilegiada cuyo privilegio para gobernar consiste ante todo en la aristocraticidad de su espíritu. Son aristócratas espirituales que de su boca sale la verdad y establecen un jefe y ese jefe establece la ley y la ley es la expresión de la voluntad del jefe. No hay parlamento, no hay nada, todas esas son “paparruchas”. Hay un solo lugar de donde surge la ley, de la voluntad del jefe. Esto es fascismo 100 x 100.

2 El revisionismo histórico y la historiografía liberal

El revisionismo histórico se caracteriza por una gran carencia: cuando yo reviso algo, dependo de aquello que reviso. El revisionismo histórico se caracterizó todo el tiempo por denostar a la historia oficial e incluso implantar un panteón alternativo. Es decir, si estaba Sarmiento pusieron a Rosas, los caudillos federales se oponían a la burguesía ilustrada de Buenos Aires. Pero, esta visión alternativista no puede crear un suelo originario desde el cual pensar algo absolutamente nuevo. Por eso, desde aquí les decimos a esos pensadores liberales que cada vez que uno dice algo distinto a la trasnochada historia liberal le dicen a uno que es un trasnochado revisionista, pero uno no es un trasnochado revisionista porque se ha plantado en otro lugar. Yo ya no pienso en la historia liberal, pienso en la historia que estoy pensando autónomamente. En cambio sí, los revisionistas, como hicieron un movimiento inicial de largada estaban determinados a destruir a los héroes, a los próceres de la historiografía liberal. 

Entonces, como lo maldito siempre tiene ese sabor tan especial, cuando se dirigen hacia el pasado encuentran que nuestros torpes liberales han entronizado a un gran maldito en el pasado como después van a hacer la misma torpeza con Perón; han entronizado como gran maldito de la historia argentina a don Juan Manuel de Rosas de quien José Mármol, un mediocre poeta, dijo “ni el polvo de tus huesos la América tendrá”. Y lo trajo Menem, y se lo dejaron traer a Menem, ¿saben por qué? Porque Menem les dijo: señores, a mí me gusta Rosas –les dijo a los oligarcas de la tierra y de las finanzas- me gusta Rosas, lo quiero traer. Yo, en cambio, voy a hacer todo lo que ustedes me digan. Voy a hacer el plan económico que ustedes me digan, el plan social que ustedes me digan, voy a frenar a la CGT. Ah!, tráigalo a Rosas –le dijeron. Entonces Menem lo trajo a Rosas y lo puso en los billetes de 20 pesos, no paso nada. Pero, hasta ese momento, la maldición de Mármol estaba ahí: “ni el polvo de tus huesos la América tendrá”.

Ahora, los revisionistas sí, encuentran en don Juan Manuel de Rosas –ya lo creo que lo encuentran- al líder fuerte, poderoso y romántico del siglo XIX. ¿Por qué? Porque buscan desde Rosas darle un basamento a Uriburu. Nada tenía que ver el pobre Uriburu con don Juan Manuel que ese sí era una figura histórica poderosa. Una de las mejores biografías de JM de Rosas (hasta que tengamos a la de Slavoj Zizek porque se dice que el pensador esloveno que ha venido por la Argentina, estudio algo de historia argentina y quedó deslumbrado por Rosas. Claro, quién no queda deslumbrado por Rosas, lógico, la Batalla de la Vuelta de Obligado, todo el color local que Rosas implica. Incluso Oswald Spengler en “La decadencia de Occidente” (1918), uno de los libros fundamentales del siglo XX, menciona a Rosas en uno de los lugares destacados dentro de los grandes caudillos del siglo XIX), Carlos Ibarguren escribe una biografía de Juan Manuel de Rosas.

A los jóvenes de la izquierda peronista la figura de Rosas los fascina porque también es otro prohibido, y además porque el libro negro de la segunda tiranía unía justamente la figura de Rosas y la de Perón. Habían sido los mismos liberales los que habían trazado la línea Rosas-Perón. Pensemos esto, ojo, bien claro tengámoslo: los mismos liberales habían trazado la línea Rosas-Perón al escribir el libro negro de la segunda tiranía. Como habían trazado la línea Mayo-Caseros, es decir, Mayo la libertad, Caseros la dictadura, la infamia, el crimen, “El matadero” de Esteban Echeverría. 

La izquierda peronista interpreta a Rosas como un caudillo, como un líder antiimperialista lo cual es cierto, Rosas fue un líder antiimperialista. Lo que pasa es que Rosas falló a la cita para lo cual todo lo tenía destinado: modernizar la nación sin traicionar su soberanía. ¿Qué hicieron los liberales? Los liberales modernizaron la nación pero traicionaron su soberanía, modernizaron la nación regalándola, vendiéndola, entregándosela al capital británico, dándole las tierras al capital británico, así modernizaron la nación. Rosas debió modernizar la nación sin entregar su soberanía y para eso estaba destinado pero tenía demasiado odio a los gringos, de modo que hizo una política de resistencia. Lo que no se le puede negar a Rosas es que hizo una política nacional de resistencia lo cual se ve claramente en la gloriosa Batalla de la Vuelta de Obligado.

3 FORJA y la década infame

El gobierno de Uriburu dura muy poco porque la oligarquía argentina no quería tener tratos con los gobiernos fascistas europeos porque era liberal “a la británica”. Siempre los tratos de la oligarquía fueron con Gran Bretaña en consecuencia Uriburu dura muy poco y muere a los 2 años en París cómodamente en la cama mientras que Severino Di Giovanni muere fusilado en una penitenciaría gritando: “¡Viva la anarquía!” y el general Uriburu muere muy cómodamente en su cama y “Crítica” titula: “Hoy en París”. Con eso alcanzó para que todo el mundo se enterara.

Muerte Uriburu, pero ya estaba muerto el uriburismo, el fascismo. Lugones estaba en una depresión tremenda que lo llevaría al suicidio, también por causas de amor. Y asume un general –cómo describirlo- gordito, siempre simpático, que decía todo el tiempo: “chis”. Como decía “chis” salía siempre sonriendo en todas las fotografías. Uno tiene que decir “chis” o “whisky”, Osvaldo Bayer dice “anarquía”. 

Pero viene la crisis del ’29 y la Argentina se va a los caños. Ese granero del mundo que tanto festeja la oligarquía agraria argentina, con tanto orgullo, la generación del ’80, un gran país, los ganados y las mieses, se va a los caños. Porque la crisis del ’29 hace cambiar los términos de intercambio, entonces, los productos primarios no valen nada y los productos con valor agregado valen mucho. Inglaterra decide no comprar más las carnes argentinas y Argentina se va al diablo, esa fue la Argentina que construyó la oligarquía, se fue al diablo en 4 días.
Entonces, para solucionar esto, Julito Roca, el hijo del “gran conquistador del desierto”, viaja a Inglaterra y hace un acuerdo con las carnes y está la famosa frase que dice: “la Argentina es una de las joyas más valiosas de la corona británica”. Con gran orgullo dice esto Julito Roca.

Frente a esto, frente a esta situación a la cual el teórico José Luis Torres llama “la década infame”, en la cual surgen muchos de los mejores tangos, en la cual surge Discépolo –creo que esto lo hemos visto-; aparece el grupo FORJA. El grupo FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) es un grupo formado por jóvenes radicales que son radicales antipersonalistas, porque el radicalismo se dividía en radicales personalistas (que eran irigoyenistas) y antipersonalistas (que eran alvearistas). Los antipersonalistas eran los radicales adictos al régimen, que perduraron. Los personalistas eran los adictos a Irigoyen.
FORJA establece un slogan que es: “Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre”. Sus principales integrantes son figuras brillantes como Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Homero Manzi, etc. Todos ellos se nuclean ahí y efectivamente son tipos brillantes. Y los que no tenían formación teórica como Scalabrini Ortiz, se la hacían, se formaban, y Scalabrini Ortiz deja su costado literario que se había plasmado en “El hombre que está solo y espera” y escribe “La historia de los ferrocarriles argentinos” que es un acto totalmente patriótico porque él no estaba destinado a eso, y escribe una muy seria y documentada historia de los ferrocarriles argentinos acerca de cómo fueron entregados y negociados en Gran Bretaña.

Jauretche, por su lado, inaugura una ensayística irónica, despiadada, en la que muestra todo lo que logra el humor, todo lo que el humor es capaz de erosionar una ideología tomándole el pelo que es lo que logra Jauretche con la oligarquía argentina. El grupo FORJA confluye finalmente en el primer peronismo pero no logra una inserción muy profunda.

Y también tenemos como historiador liberal, del “constitucionalismo liberal” –como le gustaría decirlo a él- a Tulio Halperín Donghi. Ha escrito un libro titulado “Revolución y guerra”, muy valorado, y que después del golpe de Onganía se exilió y se dedicó a escribir libros fundamentalmente antiperonistas con algún sólido basamento, y con algún no-sólido basamento. A mí no me interesan mucho los libros de Halperín Donghi.

De este modo vamos a pasar a otra visión que la historia da de los procesos políticos y sociales en la Argentina. Nos vemos.

4 Los hechos y las interpretaciones de los hechos

Estos ideólogos que se dedican a revisionar la historia, entre los más importantes figura Hernández Arregui. Hernández Arregui saca, en plena militancia de la juventud peronista, un libro que lo estaban esperando todos, que se imprimían en las facultades y salían folletitos, hasta que finalmente salió el libro que era “La formación de la conciencia nacional”. Lo leyeron todos. Y era un libro en el cual Hernández Arregui mezclaba el marxismo con el peronismo. No es un libro que yo considere felizmente logrado, incluso hay un pasaje sorprendente en el cual Hernández Arregui interpreta la llegada a la Argentina de Milton Eisenhower como la rendición de Milton Eisenhower. Milton Eisenhower llega alrededor del ’53 para verlo a Perón y Hernández Arregui dice que viene a rendirse. Bueno, todo no son estos dislates. Tiene otro libro que es muy lindo: “El ser nacional”.

Pero mejor que Hernández Arregui y con muy buena pluma –es el que mejor pluma tiene- es Jorge Abelardo Ramos. Yo he leído siendo niño “Revolución y contrarevolución en la Argentina” y he disfrutado de ese libro como pocos porque estaba bien incluido el marxismo, el trotskismo y la historia argentina. Ramos es como si hubiera recorrido todas las librerías de viejos de Corrientes y se hubiera comprado todos los libros y con todos esos libros hizo “Revolución y contrarevolución en la Argentina”. Lo que hizo después Ramos nosotros aquí lo vamos a olvidar. Ahora Salvador Ferla –shapo- es un tipo purísimo, tenía un kiosco –ustedes se dan cuenta-, don Salvador Ferla vivía porque tenía un kiosco donde vendía chicles, caramelos, chupetines y escribió nada menos que “Mártires y verdugos. La revolución de Valle” (1964), libro que fue decisivo para los montoneros junto con “Operación Masacre” de Rodolfo Walsh. Cuando los montoneros leyeron esos dos libros decidieron empezar el operativo del secuestro y muerte del general Aramburu. 

Ahora, la historia no es. La historia ocurre, suceden hechos todo el tiempo. Pero lo que son, son las interpretaciones de la historia. Pueden ocurrir miles de cosas, hoy seguramente en la Argentina han ocurrido miles de cosas y ya han surgido 100.000, 200.000 interpretaciones. ¿Qué es lo que pasa? Nietzsche tiene una frase formidable: “no hay hechos, hay interpretaciones”. Y en la interpretación es donde los hechos se juegan. Y en la interpretación es donde los medios de comunicación tienen una importancia fundamental. Por eso el poder se desespera por tener el manejo de los medios porque a través de los medios impone su interpretación de los hechos. 

Entonces, ¿qué es la verdad? La verdad no existe. La verdad es el poder para imponerla. Aquel que impone su visión de la realidad como “la” visión de la realidad, como “la” verdad, ese ha creado la verdad. Lo que hay que hacer es crear otra verdad que discuta a ésta. Entonces la realidad es un choque de verdades diferenciadas, es un conflicto fascinante de interpretaciones diferenciadas en la cual triunfa la que más poder tiene. Por eso tanta importancia se le da a los medios.

Así cada tendencia historiográfica en la Argentina es el esfuerzo, lo más lúcido posible y lo más poderoso posible, por imponer la verdad del grupo que impulsa esa tendencia historiográfica. Por eso hay distintas tendencias historiográficas, porque hay distintas interpretaciones de la realidad. La realidad no da la verdad, la verdad no la dan los hechos, la verdad es una lucha y por eso las distintas versiones historiográficas son versiones que cada grupo diferenciado, en antagonismo con otros grupos, da de la realidad. Por eso hay tantas versiones historiográficas.


Chau, hasta luego.



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