miércoles, 21 de noviembre de 2012

CONFLICTO EN MEDIO ORIENTE: Gaza, un infierno de destrucción y miedo




Martes 20 de noviembre de 2012

Por Elisabetta Piqué  | LA NACION

CIUDAD DE GAZA.- Columnas de humo negro que se elevan ahí donde cayó el misil, bombardeos que sacuden los edificios y dejan sin aliento, el ruido incesante de los drones (los aviones no tripulados israelíes) o de los helicópteros de combate Apache, fuerte olor a pólvora. La radio constantemente prendida para saber cuáles fueron los blancos de la jornada y cuántos muertos hay que agregar a la lista. El terror de la gente, que no se anima a salir a la calle . "Aquí todos somos blancos", repite la gente, con ojos llenos de miedo y rabia.

No es vida lo que hay en Gaza, un enclave de miseria y extremismo donde 1,6 millones de palestinos viven hacinados. Desde el miércoles pasado está bajo fuego, a merced de la Operación Pilar Defensivo lanzada por las fuerzas de Israel, que le dijo basta al lanzamiento de misiles contra su territorio.

Entrar en Gaza es entrar en el infierno. Impresiona la destrucción que dejaron seis días de ataques consecutivos en un lugar ya de por sí dañado y que parece haberse quedado atrás en el tiempo debido a la pobreza, las guerras y el bloqueo israelí. Ni hablar de los muertos, que ya suman 100.

Por las bombas que caen desde aire y mar, no hay un alma en la calle. "Nadie se anima a salir; cualquiera puede ser un blanco en Gaza", explica Ramez, mi intérprete, que fue a buscarme al precario puesto de seguridad levantado a dos kilómetros del paso fronterizo de Erez.

A diferencia de la ofensiva que hubo aquí hace cuatro años, esta vez las fuerzas israelíes, que controlan la frontera de Gaza, dejan entrar a periodistas a este territorio palestino gobernado por el grupo islámico Hamas, considerado terrorista.

En diciembre de 2008, cuando tuvo lugar la Operación Plomo Fundido e Israel invadió Gaza después de cuatro días de disparos de misiles contra territorio israelí, la frontera estuvo sellada. Entonces, más de 1400 palestinos y 13 israelíes murieron en tres semanas.

Con una acreditación de la oficina de prensa del gobierno israelí y un pasaporte, en cambio, ahora es posible entrar a Gaza. Debido al lanzamiento de misiles de parte de grupos de militantes de Hamas y de la Jihad Islámica, sin embargo, no se puede llegar hasta el puesto de frontera de Erez en forma autónoma. Un checkpoint en el camino corta el paso varios kilómetros antes, en un cruce donde hay una estación de servicio y un lugar llamado Yad Mordechai, donde se libró una batalla en 1948, como indica un cartel.

Allí, donde ya comienzan a oírse fuertes estruendos y verse columnas de humo negro levantándose desde los campos que se ven más allá, es donde los periodistas deben esperar, bajo un sol que pega fuerte, para ser escoltados por militares israelíes.

El último paso hacia Gaza, sólo posible a la mañana, es poco antes de la una de la tarde. Un simpático oficial israelí conduce la caravana de periodistas hasta el modesto puesto de inmigración de Erez. "Les pido que se cuiden, no se acerquen a gente de Hamas y de la Jihad y espero volver a verlos pasar por acá", dice el militar, al despedirse del grupo.

La mayoría de los periodistas lleva casco y chaleco antibalas. Antes de hacer migraciones, hay que firmar un formulario que certifica que uno sabe que está ingresando a una zona en riesgo. Ya en fila para el último trámite migratorio, llega el primer momento de pánico. "¡Hay un ataque! ¿No oyen la sirena? Vayan a refugiarse a esa sala!", grita una joven soldado a los reporteros. La alerta dura no más de cinco minutos. Controlado el pasaporte, luego del cruce de puertas giratorias de metal enrejadas y de dos altísimos muros de cemento armado, comienza la caminata de más de un kilómetro a través de ese famoso túnel techado, plagado de cámaras y enrejado, que lleva a Gaza, el infierno.

Lo primero que se advierte es el olor a pólvora, a bombas recién estalladas, a fuego. Pero también a miseria, a suciedad. El silencio es roto por el ruido de fuertes explosiones, de los siempre presentes drones y del chirrido de un carrito lleno de valijas que arrastra un maletero palestino que también avanza en el túnel hacia el centro de la batalla. "Welcome to Gaza", dice el hombre, tez morena y de ropa harapienta, que no se inmuta ante los estruendos que hacen saltar a los periodistas que van llegando a una zona de guerra.

Las calles están desiertas, los negocios con las persianas bajas, se ven montañas de basura sin recolectar. "La vida está totalmente paralizada desde hace seis días. No hay colegios, no hay comercio, nadie se puede mover. Yo vivo en el campo de Jabaliya junto a mi familia, que no sale desde hace días, porque está aterrada. El otro día cayó un misil en un campo de cultivos que hay a 300 metros de nuestra casa", dice Zared.

Mientras avanzamos por la calle Salaheldín, la principal avenida de Gaza, también desierta, el guía va mostrando la destrucción de las últimas horas: la estación de policía del barrio de Djihaie, el mismo donde fue asesinado el miércoles pasado el jefe militar de Hamas, convertida en un cúmulo de ruinas. "La bombardearon a las dos de la mañana", indica. También están arrasados la estación de policía de otro barrio cercano y diversos edificios del gobierno de Hamas.

Las noticias de la radio, siempre prendida, indican que un cohete palestino cayó en Ashkelon y otros cinco en Kissufim, en el sur de Israel. "Es nuestra resistencia, es nuestro derecho a defendernos", comenta Ramez.

En una calle desierta, dos hombres le están poniendo a la ambulancia carteles que dicen "Press". Con eso se sienten más seguros, porque ellos también temen ser blancos, explica el guía.

Ciudad fantasma

Si Gaza parece una ciudad fantasma, el único lugar donde parece haber vida es alrededor del hospital Shifa, el principal de la ciudad, donde traen a todos los heridos y a los mártires de esta enésima guerra sin sentido. El hospital acaba de ser visitado por una delegación egipcia y el ministro de Salud, Moheed Mukhalatti, está dando una conferencia de prensa ante una multitud de hombres.

"¡Los israelíes bombardean a mujeres y chicos que están en su casa, el mundo está viendo esta catástrofe y no hace nada!", clama. "¡Pero la comunidad internacional no toma medidas contra Israel! ¿Para qué vienen las delegaciones internacionales a Gaza? Traen su ayuda y su dinero, pero eso no sirve, queremos que Israel deje de atacar a inocentes", grita.

Son las cuatro de la tarde y una fuerte explosión hace temblar todo. La radio indica que ahora cayó un misil sobre la Sharuk Tower, un edificio que no queda demasiado lejos del hospital Shifa. Una columna de humo negro se levanta desde allí. "Hubo dos mártires en la Sharuk Tower, uno es un líder de la Jihad Islámica", dice Zared. Ya de noche, cuando los bombardeos se hacen más pesados y es un suicidio salir a la calle, el boletín de guerra palestino indica que hubo "27 mártires y 60 heridos".

El ruido de los drones no cede, las conexiones a Internet van y vienen y Ramez cuenta que, a diferencia de la última guerra, hace cuatro años, cuando su familia se mudó a la casa de un tío en el Sur, esta vez decidieron quedarse en Jabaliya, en el norte de Gaza. "No nos fuimos porque esta vez toda Gaza es un blanco, pero si Alá quiere, sobreviviremos."

Pedido a la ONU de la Argentina

La presidenta Cristina Kirchner reclamó al Consejo de Seguridad de la ONU que "ordene de inmediato el fin de las hostilidades" en Medio Oriente y que convoque de manera "urgente" a una reunión de ese cuerpo, informó ayer el canciller Héctor Timerman.

La Presidenta transmitió en la misiva "el claro mensaje" del Mercosur y de la Unasur en favor del diálogo en el conflicto entre israelíes y palestinos.


Tomado de aquí.






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