jueves, 22 de noviembre de 2012

El protagonismo afroamericano en el proceso de descolonización de América Latina y el Caribe: La Revolución Haitiana como fundamento ético-político


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Curso: Historia del Pensamiento Latinoamericano

 
Marcelo Fernandez Farias

Profesores: Juan Francisco Martínez Peria y Andrés Kozel

Noviembre de 2012



1) Introducción

            Este trabajo monográfico busca analizar el ideario ético-político que construyó la Revolución Haitiana desde la Rebelión de los esclavos de 1791 hasta la Declaración de Independencia de la isla en 1804. Para esto hemos mantenido un cierto orden cronológico en lo que se refiere a los sucesos que acontecieron en Haití, haciendo particular hincapié en aquellos documentos o comentarios en donde se pone de manifiesto la convicción profundamente humanista y conciente de los esclavos negros a la hora de imponerse a la colonización española y francesa.

            El problema de la raza y el racismo está presente en esta elaboración. La relación entre colonizadores y colonizados es otro de los elementos que hemos tratado de visibilizar como forma de entender no sólo a la Revolución Haitiana sino también a nuestro presente (aún) racializado, capitalista y opresivo. El lugar fundamental de los derechos del Hombre[1] haitianizados y universalizados es una de las observaciones más repetidas en nuestro breve estudio.   
     
2) En el principio fue África
            “El pensamiento crítico es, en última instancia, el de una crítica sin garantías”
Walter Mignolo

El origen de la especie humana tendría su espacialidad en África.[2] Según un estudio reciente, dos etnias africanas habrían protagonizado la primera “separación” humana hace 100.000 años. Un grupo de científicos analizó 2.300.000 variantes de ADN de 220 personas del centro y sur de África y llegaron a la conclusión de que los grupos étnicos khoi y San (bosquimanos) “se separaron hace 100.000 años de la rama ancestral común a la que pertenece el resto de los humanos modernos, incluso antes de que salieran de África, hace 60.000 años.” La investigadora Carina Schlebusch plantea que la divergencia entre los pueblos de este continente tiene una gran importancia a la hora de descifrar la historia de la humanidad. Así, el grupo de los Khoi (ganaderos) y los San (cazadores-recolectores), analizados a partir de la memoria genética, juegan un papel relevante en el conocimiento de las características humanas modernas.[3]

            Enrique Dussel des-cubre el “mito de la modernidad” para poner de manifiesto, en una primera instancia, y al contrario de lo que pensara Georg Hegel, que la historia mundial no va del Este hacia el Oeste siendo Europa la culminación de este proceso sino que su dirección es del Oeste hacia el Este (por eso la región de América Latina y el Caribe sería el Extremo Oriente del Extremo Oriente). Entonces, “… la diacronía unilineal Grecia-Roma-Europa (…) es un invento ideológico de fines del siglo XVIII romántico alemán; es entonces un manejo posterior conceptual del ‘modelo ario’, racista.”[4] Lo cierto es que de la filosofía bantú, del norte de África, del África negra, de Egipto; de esas aguas abrevaron tanto la filosofía griega, Roma, Europa, como así también el judaísmo, el cristianismo y la religión musulmana.[5]

            Es posible rastrear cuáles han sido los “rasgos” civilizatorios que formaron parte de la lógica eurocéntrica desde la invasión a América en 1492 hasta nuestros días. En un primer momento, el par constitutivo fundamental fue el distingo entre humanos/no-humanos. Luego se pasó a la separación entre católicos/no-católicos, europeos/no-europeos y blancos/negros e indígenas – esta última distinción para el caso de Nuestra América-. Para llegar luego a una suerte de doble racismo que podría caracterizarse así: europeo-blanco-central/criollo-blanco-periférico y, luego, al interior de nuestros países en proceso de decolonialización, criollo-blanco-periférico-latinoamericano/negro-e-indígena-periféricos-latinoamericanos.[6]   

            En 1850 nace el intelectual haitiano Joseph Anténor Firmin. Él estudió derecho y se dedicó a la abogacía y al periodismo. En 1883 viaja a París y trabaja como diplomático hasta 1888. Es aceptado en la Sociedad Antropológica de París y se encuentra con una buena cantidad de intelectuales que buscaba darle una forma científica a sus cosmovisiones racistas. Para enfrentar esta situación escribirá su obra De l’Égalite des Races Humaines en donde utilizando el mismo discurso positivista de sus contemporáneos construirá una mirada desde las víctimas, los oprimidos. Aunque cayó en algunas “trampas” eurocéntricas, tuvo una claridad meridiana para recordar que en la base de la tradición europea se encontraba el Egipto antiguo y que allí habían nacido ideas sociales y políticas que serían centrales para Occidente. En relación a la crítica al racismo, Firmin ubicó históricamente a este fenómeno en los siglos XV y XVI cuya elaboración en manos de europeos tuvo como objetivo fundamental “legitimar la conquista de América y la esclavitud de los africanos”. (Martínez Peria, 2012c: 21) Para nuestro autor, el racismo habría tenido dos momentos: uno religioso y otro cientificista (a partir de la Ilustración en el siglo XVIII). Aunque se habría modificado el contenido, para Firmin la lógica de jerarquización de los pueblos continuaba vigente. “Como conclusión de estas premisas Firmin afirmó que no existía ningún tipo de diferencia biológica sustancial entre las diferentes razas del globo y que de ninguna manera podía hablarse científicamente de razas superiores e inferiores.”[7] (Idem: 21-22)

            Joseph Anténor Firmin criticará fuertemente al racismo y al colonialismo durante toda su vida. Postulará que es necesaria la solidaridad entre todos los países víctimas de esta opresión. Por lo mismo, bregará por una política pan-africanista en la búsqueda de la unión de las naciones africanas con Haití al igual que propiciará la reunión entre las islas del Caribe y los países de la región latinoamericana. Por otro lado la Revolución Haitiana será definida por nuestro autor como un “acontecimiento de alcance global” constituyendo a los derechos del Hombre como un acto efectivamente universal.

3) Primeras palabras sobre la Revolución Haitiana 

            En el año 1522 tuvo lugar la primera rebelión de esclavos negros en Haití cuyo foco de subversión “iluminó” una de las haciendas de Diego Colón (hijo del “descubridor”). Esta primera rebelión fue neutralizada. Sin embargo, en 1804, la Revolución Haitiana será la primera revolución de esclavos triunfante e inaugurará el proceso independentista en América Latina y el Caribe.     

Haití es una palabra de origen arawak que significa “tierra montañosa” y es el nombre precolombino y post-revolucionario que tendrá la isla. A fines del siglo XVII los franceses conquistarán la parte occidental quedando dividida en Santo Domingo y Saint Domingue. Con el paso del tiempo se convertirá en la primera productora de azúcar a nivel mundial haciendo de ella una de las colonias más prósperas de todo el continente.[8] La combinación entre materias primas y trabajo esclavo hacía que la acumulación de capital representara para Francia la tercera parte de todos sus ingresos.

La población haitiana estaba dividida en: los grands blancs (colonos esclavistas y comerciantes), los petit blancs (blancos pobres), los affranchis (mulatos y negros libres) y medio millón de esclavos. Estos últimos, sometidos por las otras tres partes de la población, crearon una lengua y una religión de raíz africana con influencia europea que llamaron creole y vudú respectivamente. Ante la constante opresión laboral, política y social; los esclavos generaron mecanismos de resistencia y lucha definidos como micro y macro cimarronaje (Martínez Peria, 2012a: 5). Desde 1752 a 1758 Makandal será el líder más importante de este proceso constituyendo un mito en la lucha por la libertad. 

En 1791 se producirá una gran rebelión de esclavos. Pero antes, en 1789, la Revolución Francesa creará las condiciones para establecer la “Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano” presentándola ante el mundo como una serie de derechos universales que bregaría por la libertad, la igualdad, la vida y la propiedad. Más temprano que tarde se pondrá de manifiesto que el “hombre universal” de esta declaración era un varón, europeo, blanco, propietario, eurocentrado y… ¡racista! La larga tradición de resistencia de los esclavos negros y los “nuevos” derechos dieron lugar a una sucesión de disputas que tenían como objetivo conseguir la libertad. Sin embargo no sólo la emancipación individual estaba en juego sino que ya empezaba a surgir la idea de la independencia de la isla. 

Por otro lado hay que tener en cuenta aquello que esbozamos en el punto 1 de este trabajo para re-pensar de qué manera se ha ido constituyendo nuestro conocimiento y nuestras culturas. Sin ánimos de caer en un racismo al revés o en un eurocentrismo al revés, es posible adherir a la hipótesis de Nick Nesbitt analizada por Juan Francisco Martínez Peria (2012a). Aunque el ideario político-social de los esclavos negros fue un híbrido entre los postulados de la Revolución Francesa y la tradición africana, “es plausible que un discurso aún más radical haya provenido desde África, el de la Charte du Mandé. Ésta era una carta de derechos, promulgada oralmente en 1222 por el rey Soundiata Keïta de la nación Mande (actual Malí) para oponerse y terminar con la esclavitud que imponían los árabes en la región. Esta carta, siglos antes de la revolución norteamericana y la francesa, proclamaba, en sus propios términos culturales, algo analogable a los derechos universales de todos los hombres a ser libres y no esclavizados. En este sentido, se basaba ‘en el entendimiento, armonía, amor, libertad y en la fraternidad’ y proclamaba como verdad universal ‘toda vida humana es una vida humana’. Asimismo, establecía que ‘la esencia de la esclavitud queda prohibida de una frontera a la otra de Mandé’. Según Nesbitt, es posible que este ideario anti-esclavista e igualitarista haya perdurado en África y que haya atravesado el océano hacia Haití en los barcos esclavistas. Una prueba de ellos, en su opinión, es el proverbio haitiano que dice ‘Tout moun se moun’ o ‘Todo hombre es un hombre’ el cual recuerda claramente las palabras de la Charte du Mandé.”[9]

Fueron los oprimidos los que establecieron la universalidad de los derechos del Hombre. Lo harían desde la “exterioridad” retomada por Enrique Dussel estableciendo un universalismo particular al contrario del particularismo (eurocéntrico) “universal” (Eduardo Grüner, 2009). La denuncia de los esclavos, de los oprimidos, de la “parte” fue la que enrostró en la cara del poder colonial, del poder hegemónico, su alto nivel de hipocresía. Los franceses/blancos/eurocentrados decían defender los derechos de “todos” cuando en realidad defendían sus propios derechos, sus propios intereses, su propiedad privada y su tasa de ganancia. “La verdadera paradoja es que la revolución haitiana es, en este sentido, más ‘francesa’ que la francesa  -puesto que sólo esa parte excluida de lo Universal puede llevar a cabo el principio de ‘universalidad’-, pero sólo puede serlo porque es haitiana  -porque es la particularidad  que por definición le falta  a la ‘Totalidad’-.”[10] Pero, la pretendida “Totalidad” no logró totalizarse[11] y las exigencias ético-políticas de los esclavos haitianos libertos aún se encuentran en nuestro futuro.

Eduardo Grüner titula su texto de la siguiente manera: A partir de hoy somos todos negros basándose en el art. 14 de la Constitución haitiana de 1805. La segunda parte de este artículo dice: “Todos los ciudadanos, de aquí en adelante, serán conocidos por la denominación genérica de negros”. Y haciendo hincapié en una situación paradojal, expresa: “es el polo extremo, aquel que se contrapone  a la pretensión de universalidad, el que pone de manifiesto la constelación en su totalidad. El sentido no es meramente jurídico: se trata de no ocultar ni disfrazar, en la historia que ahora puede llamarse ‘haitiana’, el lugar determinante que en ella ha tenido el conflicto político entre las ‘razas’.” (Grüner, 2009: 1-2) El filósofo indica también que existe una mirada “pluri-identitaria” en el hecho de nombrar a la isla como “Haití” retomando así su nombre indígena original. A esto podemos agregarle que en la “Proclamación de la independencia de Haití” del 1 de enero de 1804, Jean-Jacques Dessalines se presenta como “el General en Jefe del ejército indígena”. Luego, a lo largo de esta proclama, en solo dos páginas y media se menciona tres veces la palabra “indígenas”.[12] De igual modo, no sería correcto desatender una de las “indicaciones” que lleva implícito este artículo 14 y que Grüner plantea así: “… hace la crítica – (…) ‘anticipada’- de ciertas celebraciones ‘multiculturalistas’ que suelen pasar por alto hasta qué punto las ‘diferencias’ son una función de las desigualdades  producidas por el poder.” (Idem: 2)  

4) Trece años de revolución
            “Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre”
Inca Yupanqui, en las Cortes de Cádiz, 1811

Para este apartado vamos a continuar la línea que nos propone el texto de Martínez Peria: El ideario político crítico de la Revolución Haitiana. No queremos analizar la violencia legítima de los esclavos negros sobre los colonizadores españoles y franceses sino que nos interesa el ideario ético-político que sus reivindicaciones encarnan. Tampoco deseamos realizar algún tipo de “innovación” conceptual (¡esa debilidad por “lo nuevo” en la cual solemos caer!) ya que consideramos que en la descripción de los lineamientos revolucionarios tendremos suficientes conceptos para analizar. Más bien nos interesaría organizar adecuadamente las intervenciones de este hecho histórico. Acaso echemos mano a los conceptos de “colonización”, “raza” y “colonialidad del saber” como una forma de profundizar en el itinerario antillano.

            De la Rebelión de esclavos de 1791 hasta la declaración de independencia en 1804 pasan trece años. La Rebelión es organizada por doscientos esclavos que se lanzan contra los amos-opresores. El líder de este movimiento será Bois Caiman Boukman y el objetivo fundamental de la revuelta será la re-humanización. Otros líderes se sumarán a la lucha: en primer término Jean François y Biassau, luego Toussaint Louverture. Las primeras negociaciones fracasan generando diferencias entre los líderes del movimiento. Sin embargo, de esa experiencia nace el ideario de la revolución que toma forma en la “Carta a la Asamblea General de Jean François, Biassou y Belair Toussaint, julio 1792”: allí leemos: “Bajo el golpe de su látigo bárbaro nosotros hemos acumulado para ustedes los tesoros que disfrutan en esta colonia; la raza humana ha tenido que sufrir la barbarie con que ustedes tratan hombres como ustedes –sí hombres- sobre los cuales ustedes no tienen otro derecho que ser más fuertes y más bárbaros que nosotros…” (…) “Nosotros somos negros, es verdad, pero dígannos caballeros, ustedes que son sabios, ¿cuál es la ley que dice que el hombre negro debe pertenecer al hombre blanco? Definitivamente ustedes no podrán mostrarnos dónde ella existe, si no es en otro lugar que su imaginación, siempre propensa a crear nuevas fantasías con tal de que los favorezcan.”[13]

            En la expresión “bajo el golpe de su látigo bárbaro” puede percibirse, sentirse el dolor del cuerpo del oprimido que, en su grito, desnuda la barbarie de los europeos “civilizadores”. Luego dicen: hemos acumulado lo que ustedes disfrutan; tanto Aníbal Quijano como Ramón Grosfoguel coincidirán en que la idea de raza y racismo son constitutivos del capitalismo global (Castro-Gómez, Grosfoguel, 2007: 14) (Restrepo, Rojas, 2010: 128). Así, el racismo no forma parte de un espacio diferente a la estructura misma del capitalismo histórico. Aunque no constituye una única acción condicionada sí representa una determinante fundamental para entender el sistema de explotación imperante.         
  
Los dos párrafos citados no tienen desperdicios. Imaginemos que un iraquí se lo dice (¡hoy!) a un marine norteamericano, un indio toba a un terrateniente sojero o un sujeto intervenido con una nueva tecnología para la represión, la tortura y la muerte al “campo represivo” en su conjunto: “la raza humana ha tenido que sufrir la barbarie con que ustedes tratan hombres como ustedes –sí hombres- sobre los cuales ustedes no tienen otro derecho que ser más fuertes y más bárbaros que nosotros”. ¡Qué cátedra de Humanidad, Señores! ¡Dejemos todos los conocimientos que hemos acumulado hasta ahora y dediquémonos a analizar sólo estos párrafos hasta el día en que nos lleve la Parca! La raza humana, la especie humana, ¡una! (proposición mundial biológicamente acertada) sufre su barbarie, nosotros somos los oprimidos, a nosotros nos golpean y torturan, a nosotros nos envían sus drones, ¿y luego los bárbaros somos nosotros? No, están muy equivocados. Los asesinos, los eurocéntricos, los que viabilizan una razón instrumental con arreglo a fines (¡perversos!), los que se desviven por ejercer su voluntad-de-poder son ustedes: Ustedes -y no Nosotros- son los bárbaros. Pero cuidado: nosotros somos hombres iguales que ustedes, no somos “americacentrados” o “haití-centrados” sino que postulamos una verdadera igualdad, una sola “raza”, una sola “especie”. Y pensar que hasta mediados del siglo XX una buena parte de la producción intelectual continuó tratando de justificar el racismo. Y pensar que, todavía, la barbarie del “campo represivo” se pasea por todas las calles del mundo desparramando tortura y muerte.[14]  

“Nosotros somos negros, es verdad, pero dígannos caballeros, ustedes que son sabios, ¿cuál es la ley que dice que el hombre negro debe pertenecer al hombre blanco? Definitivamente ustedes no podrán mostrarnos dónde ella  existe, si no es en otro lugar que su imaginación, siempre propensa a crear nuevas fantasías con tal de que los favorezcan.” ¿Acaso esto es proto-psicología? Hemos podido observar a lo largo de la historia de qué forma las “fantasías” de las clases dominantes han logrado que ellas mismas las favorezcan. Las fantasías han sido “los negros”, “los asiáticos”, “los indoamericanos”, “los comunistas”, “los terroristas”, “las armas de destrucción masiva”, etc. como enemigos de “la democracia y la paz”. Dependiendo del contexto socio-político, el imperialismo de turno y sus países dependientes han articulado sus fantasías para lograr mantener su hegemonía propiciando matanzas y atropellos difíciles de enumerar. 

Aimé Césaire trabajará largamente el problema del colonialismo. El político e intelectual martiniqués en su Discurso sobre el colonialismo (1950) va describiendo cuáles son las formas de dominación que establecen los colonizadores y la manera en que van generando lo que hoy podríamos llamar una colonialidad del saber (Restrepo, Rojas, 2010: 135). En un primer momento Césaire marca cuáles son los dos problemas que ha generado la civilización europea: el proletariado -en tanto oprimido- y las colonias. “En la colonización el gesto decisivo es el del aventurero y el pirata, el del comerciante” (Césaire, [1950] 2004: 14). Luego agrega: “Habría que estudiar (…) cómo la colonización trabaja para descivilizar al colonizador, para embrutecerlo (…) para degradarlo, para despertar sus recónditos instintos en pos de la codicia, de la violencia, del odio racial, el relativismo moral y habría que mostrar después que cada vez que en Vietnam se corta una cabeza y se revienta un ojo, y en Francia se acepta, que cada vez que se viola a una niña y en Francia se acepta, que cada vez que se tortura un malagache y en Francia se acepta, habría que mostrar digo, que cuando todo esto sucede se está verificando una experiencia de la civilización que pesa por su peso muerto, se está produciendo una regresión universal y que después de todos estos tratados violados, de todas estas mentiras propagadas, de todas estas expediciones punitivas toleradas, de todos estos prisioneros maniatados e ‘interrogados’, después de este orgullo racial  estimulado, de esta jactancia desplegada, lo que encontramos es veneno instalado en las venas de Europa y el progreso lento pero seguro del ensalvajamiento del continente.” (Idem: 15) (negrita nuestra) En este discurso va a criticar el racismo religioso, el racismo biológico, el racismo geográfico, el racismo climático, etc. En la volteada caerá Renan (por dividir a los seres humanos en raza de obreros –chinos-, raza de trabajadores del campo –negros- y raza de amos y soldados –europeos-), Albert Sarraut, A.M.Gorou, el reverendo padre Tempels, Yves Florenne, Gobineau y Caillois[15]. También llamará la atención sobre dos puntos centrales: 1) Europa es responsable frente a la humanidad de la mayor cantidad de cadáveres de la historia y 2) la barbarie de Europa occidental es sólo superada por EEUU. (Idem: 21 y 22 respectivamente)

La carta de los líderes de la revolución irá acompañada por dos demandas centrales para el proceso de “humanización” de los esclavos: 1) la abolición de la esclavitud a cambio de la paz y 2) la vuelta al trabajo en las plantaciones por un salario digno y justo. En setiembre de 1792 la Asamblea envía delegados con tropas para restituir la esclavitud. En la metrópoli (Francia) la Nueva Carta Magna establece una monarquía constitucional. España e Inglaterra le declaran la guerra a Francia en 1793. Por eso mismo comienza una disputa por la isla: por un lado, los ingleses están a favor de la esclavitud y reciben el apoyo de los grand blancs, petit blancs y un sector de los affranchis; por el otro, los españoles desde Santo Domingo le ofrecen armas a los esclavos a cambio de la libertad. El 29 de agosto de 1793 el delegado francés Sonthonax se ve obligado a abolir la esclavitud para que los rebeldes vuelvan al bando galo. Toussaint Louverture, ante la declaración del delegado francés, pone de manifiesto que él ha llevado adelante la lucha para la liberación.

    La Revolución Francesa da su paso más relevante cuando la Asamblea Nacional decreta abolida la esclavitud en el Imperio el 4 de febrero de 1794. Sin embargo, mantendrá el dominio sobre las colonias considerando que los pueblos no-europeos no son capaces de autogobierno. En ese contexto, Toussaint Louverture se pasa al bando francés con sus tropas distanciándose de Jean François y Biassou por considerar que éstos tienen un escaso compromiso con la causa. Entre 1794 y 1801 el líder negro y sus seguidores ex esclavos generan un dominio en donde, en primer lugar, expulsan a los españoles en 1795; luego a los ingleses en 1798 imponiéndose también sobre franceses blancos y affranchis. En 1801 Toussaint es gobernador de Saint Domingue, conquista Santo Domingo y promulga una Constitución para toda la isla. A través de los postulados de igualdad y libertad legaliza el orden post-racial y post-esclavista. A nivel político-gubernamental Toussaint reconoce a Saint Domingue como parte del Imperio Francés pero, al no existir un ejercicio verdaderamente imperial, podría decirse que la isla es independiente de hecho.

Aunque la situación en “Haití” parecía normalizarse, Napoleón Bonaparte encabeza una etapa conservadora en este periodo. En febrero de 1802 llega a la isla una expedición de 40.000 oficiales (J.A.Ramos habla de 25.000 veteranos) al mando del General Leclerc. Además de Toussaint Louverture, surgen otros líderes como Jean-Jacques Dessalines, Christophe y el mulato Alexander Petion (el accionar de este último será decisivo para habilitar el proceso independentista en Tierra Firme). Lo cierto es que se produce una gran resistencia en donde los rebeldes queman ciudades enteras para frenar la embestida del ejército imperial. En abril de 1802 los revolucionarios habían ganado terreno en la batalla, sin embargo Christophe y otros oficiales se pasan al bando francés. A mediados de mayo Toussaint Loverture, el ex esclavo haitiano, se rinde y termina preso en Francia donde fallece. Al caer Loverture las masas se sublevan. Napoleón amenaza con restituir la esclavitud. El artículo 1º del Decreto del 30 Floreal del año XI (20 de mayo de 1802) decía: “En las colonias restituidas a Francia en ejecución del Tratado de Amies del 6 germinal, año X, la esclavitud será mantenida conforme a las leyes y reglamentos anteriores a 1789.”[16] Al enterarse de esta situación, Christophe, Dessalines y sus tropas abandonan el bando francés y se suman nuevamente al frente revolucionario. A las derrotas militares que sufren los franceses se le suma la fiebre amarilla que azota la isla. El 1 de noviembre de 1803 muere el General Leclerc. Rochembeau, su reemplazante, lleva adelante masacres masivas pero es inútil: el Imperio Francés ha sido derrotado por los revolucionarios ex esclavos negros haitianos. El 31 de noviembre Rochembeau debe abandonar la isla. (Martínez Peria, 2012a)

El 1 de enero de 1804 en la “Proclamación de la Independencia de Haití” leemos: “No basta con haber expulsado de nuestro país a los bárbaros que lo han ensangrentado durante dos siglos; no basta con haber puesto freno a las facciones siempre renacientes que se burlaban, unas tras otras, del fantasma de libertad que Francia colocaba ante vuestros ojos; es necesario, por medio de un acto último de autoridad nacional, asegurar para siempre el imperio de la libertad en el país que nos vio nacer; es necesario arrancar al gobierno inhumano que mantiene desde hace tanto tiempo a nuestros espíritus en el letargo más humillante, toda esperanza de dominarnos; es necesario, en fin, vivir independientes o morir.”[17] (negrita nuestra) El 20 de mayo de 1805 (año II de la Independencia) es sancionada la Constitución Imperial de Haití.

5) Conclusiones: las condiciones de posibilidad de lo impensable

“Aquí no hay más cómplices que tú y yo: tú por opresor, y yo, por libertador, merecemos la muerte”
Túpac Amaru, al visitador Areche, que le exigía el nombre de sus cómplices.

Una parte de la historiografía acuerda en que la Revolución Haitiana ha sido concientemente tapada por los grupos de poder. En un primer momento Michel Rolph Trouillot propuso que esta revolución era “impensable” –para la clase dominante- ya que no había forma de que una comunidad de esclavos negros tomara en sus manos el destino de un país generando de facto la primera declaración universal de derechos humanos. Para España, Francia, Inglaterra y después Estados Unidos, la sola idea de ver sus manos manchadas de sangre, de descubrir entre sus filas la barbarie más atroz era, sin duda, impensable. Sin embargo, cuando pudieron pensarlo, tuvieron claro que no era para nada conveniente. Por eso mismo, esta revolución todavía resulta marginal si acaso la comparamos con la “buena prensa” que tiene una Revolución Francesa o una Revolución Industrial inglesa. 

Alexander Petión es un sujeto bastante desconocido. En 1806, Francisco de Miranda, cansado de esperar ayuda británica, decidió realizar una primera incursión en Venezuela. Pero antes pasó por Haití donde Jean-Jacques Dessalines y el General Petión le brindaron la ayuda que necesitaba para comenzar la lucha. En agosto de ese año Miranda invadirá Vela de Coro dando comienzo al proceso independentista. Luego de la instauración de la Primera República en Venezuela, la reacción realista no se hizo esperar y vencieron al movimiento revolucionario. Miranda es encarcelado y Simón Bolívar debe exiliarse. Regresará a Venezuela a principios de 1813 y en agosto de ese año vencerá a los realistas e instaurará la Segunda República. Sin embargo no durará mucho tiempo ya que una nueva derrota pondrá al Libertador en el exilio. A principios de 1816 Alexander Petión le daba la bienvenida en Haití a él y a dos mil exiliados. En esa circunstancia se firmará un pacto en donde el gobierno haitiano le entregaba dinero, armas y tropas a cambio de que Bolívar aboliera la esclavitud en Venezuela. En junio de 1816 los revolucionarios desembarcan en las costas de Tierra Firme y nuevamente son derrotados. Así y todo, la inconmensurable voluntad independentista de Petión sale al auxilio de Bolívar. En 1817 los rebeldes, en una nueva expedición, logran establecerse en Venezuela. A esta altura, uno puede preguntarse sin ningún reparo si acaso Alexander Petión no se merece el título de “Libertador” al igual que Simón Bolívar.[18]

La Revolución Impensable demostró ser anti-esclavista, anti-racista y anti-imperialista. El proceso de descolonización que ella inaugura nos obliga a pensar en nuestro propio presente. ¿Cuál es el nivel de influencia del imperialismo en América Latina y el Caribe? ¿Cuál es la posición que ocupamos en el sistema-mundo capitalista? ¿Qué resistencias florecen ante las masacres perpetuadas por este modo de producción caduco? La resistencia afroamericana llevó la idea de Hombre y humanidad hasta las últimas consecuencias. Su dignidad golpeó en la Conciencia del mundo entero instaurando su épica dentro del devenir de la historia mundial. Desestructuró a la “invasión”, a la “colonización”, al “eurocentrismo”, a la “voluntad-de-poder” europea (y luego norteamericana), al “racismo” y a la soberbia imperialista que aún campea libremente por el mundo. Se atrevió a pensar lo impensable, a hacer lo imposible y a reivindicar lo negado y oprimido: la negritud (Aimé Césaire).

Hagamos un rápido ejercicio informal sobre la paradójica (y aún trágica) relación opresor/oprimido. En Egipto, el pueblo hebreo se vio forzado a trabajar para el Faraón. El Éxodo explica la liberación de este pueblo. Cuando los cristianos comenzaron a formarse como grupo religioso, los judíos lo consideraban una secta pagana y por ello la perseguían. Pasados los siglos, la Iglesia católica institucionalizará la Inquisición para asesinar a todos aquellos que no compartieran sus postulados fundamentales. El nazismo persigue y asesina a 6 millones de judíos en el siglo XX. En el mismo siglo, el sionismo construye el Estado de Israel, persiguiendo y asesinando palestinos. Estado Unidos cumple una doble función: es colonia/oprimida de Inglaterra y luego será colonizador/opresor robándole más de la mitad del territorio a México y ocupando unos cuantos países en Centroamérica. En Argentina, y teniendo en cuenta el período que va desde la década del ’40 -del siglo XX- hasta los ‘80s, la cosa no es muy distinta. Durante el primer y segundo gobierno de Perón, algunos opositores políticos eran torturados en comisarías (aunque vale aclarar que no era una práctica generalizada ni mucho menos). Luego de la caída de Perón en el ’55, la Revolución Fusiladora perseguirá y fusilará (valga la redundancia) al peronismo proscripto de aquella época. Ya en la década del ’70, las diferencias político-ideológicas entre diversos sectores del peronismo y elementos de las Fuerzas Armadas crearán también sucesos paradojales: la JP, que había sido clave para la victoria de Héctor Cámpora y el regreso de Perón del exilio, es masacrada, primero, por la Triple A y luego, una vez muerto Perón y depuesto el gobierno de “Isabelita”, por las Fuerzas Armadas en el poder (que no circunscribirán su accionar solo a la JP). Algunas veces la historia es una máquina de desesperanzar.

Si para los esclavos negros haitianos el problema era el esclavismo, para nosotros es el imperialismo y el capitalismo. Creemos, como plantea Enrique Dussel, que los países latinoamericanos necesitan conformar ejércitos puramente defensivos para evitar una invasión externa. También estamos de acuerdo con que la clase política debe ejercer un poder Obediencial (término utilizado por Evo Morales que se basa en el principio del “mandar-obedeciendo” zapatista). Sin embargo, hemos visto de cerca lo que la práctica de la colonización, la práctica de la dominación, la práctica de la voluntad-de-poder-nietzscheana le hace al ser humano. Hemos visto a lo largo de la historia la deshumanización implacable y atroz que el “campo represivo” se hace a sí mismo y a los demás. La Revolución Haitiana nos demuestra algo que, por obvio, pasa desapercibido: el opresor se deshumaniza al oprimir y el oprimido se deshumaniza al ser oprimido (Frantz Fanon y Paulo Freire estudiaron esta cuestión). Marx decía que, mientras se mantuviera la división de la sociedad en clases, la humanidad viviría en su pre-historia. Nosotros decimos que mientras se siga fortaleciendo un “campo represivo” con nuevas tecnologías para la represión, la tortura y la muerte, la vida en la Tierra será la vida de la deshumanización. Por eso, nuestra intuición nos dice que es necesario: “un ejército defensivo para que no haya más ejércitos”, “una policía ultra-profesional para que no haya más policías”, “un grupo de hombres y mujeres que escapen de la fatalidad opresor/oprimido para que, en un futuro, sea posible hablar de Humanidad”.

Déjennos despedirnos con una contradicción. Ante la fuerza y valentía que demostraron los esclavos negros en la Revolución que hemos descripto, nosotros recordaremos lo que Dussel subtitula como “El ‘diálogo’ inconcluso”. Se trata del encuentro entre los tlamatinime aztecas (sabios) y doce frailes franciscanos en los primeros años de la invasión (en un encuentro anterior, tres tlamatinime habían sido devorados por los perros). Los tlamatinime habían recibido una serie de propuestas que analizaron convenientemente y a partir de allí construyeron una pieza de arte retórico (“flor y canto”). Concientes de las abismales diferencias en las relaciones de fuerza y la dificultad para establecer un verdadero intercambio, el documento de los sabios aztecas en su conclusión decía: “no podemos abandonar nuestras normas de vida”. Y su corolario sentenciaba: “haced con nosotros lo que queráis”.

Bibliografía
Agencia SINC, “Dos etnias africanas protagonizaron la primera 'separación' humana hace 100.000 años”, publicado el 20 de setiembre de 2012. Disponible en web: http://www.agenciasinc.es/Noticias/Dos-etnias-africanas-protagonizaron-la-primera-separacion-humana-hace-100.000-anos (4/11/2012)
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Audiovisual
Seminario “Filosofía Política en América Latina Hoy” organizado por la Universidad Andina Simón Bolívar (sede Quito). Expositor: Enrique Dussel. Disponible en web: http://vimeo.com/estudiosculturales (4/11/2012)



[1] En este trabajo, cada vez que digamos “hombre” nos referimos a “hombres y mujeres”.
[2] Dussel, Enrique; El humanismo semita, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1969, p.4.
[3] Agencia SINC, “Dos etnias africanas protagonizaron la primera 'separación' humana hace 100.000 años”, publicado el 20 de setiembre de 2012. Disponible en web: http://www.agenciasinc.es/Noticias/Dos-etnias-africanas-protagonizaron-la-primera-separacion-humana-hace-100.000-anos
[4] Dussel, Enrique; Europa, modernidad y eurocentrismo. En libro: La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina. Julio de 2000. p. 246. (p.1) Ver Esquema 1: Secuencia histórica del mundo griego a la Europa moderna, p.2. Pero, ¿qué opinaba Hegel?: “África es en general una tierra cerrada, y mantiene este su carácter fundamental” (…) “Entre los negros es, en efecto, característico el hecho de que su conciencia no ha llegado aún a la intuición de ninguna objetividad, como, por ejemplo, Dios, la ley, en la cual el hombre está en relación con su voluntad y tiene la intuición de su esencia […] Es un hombre en bruto” (Dussel, 1992: 23)
[5] Para este tema se puede ver el Seminario “Filosofía Política en América Latina Hoy” cuyo expositor fue Enrique Dussel y estuvo organizado por la Universidad Andina Simón Bolívar (sede Quito). Primera parte: “El gran camino de las culturas hacia el Este”. Segunda parte: “Las grandes culturas del caballo y del hierro/El camello y la expansión semita/La expansión de la pequeña Europa”. Julio de 2009. Disponible en web: http://vimeo.com/estudiosculturales
[6] Utilizamos la jerarquía racial/étnica de la forma en que la implementa Aníbal Quijano. “El ámbito discursivo/ simbólico que establece una división entre poblaciones blancas y no-blancas (…) es constitutivo de la acumulación de capital a escala mundial desde el siglo XVI” (Castro-Gómez, Grosfoguel, 2007: 14) Para una autocrítica necesaria, es interesante apuntar la posición de Fausto Reinaga sobre el racismo en Bolivia (Martínez Peria, 2012c: 25). (Aclaramos que esta situación no es privativa de Bolivia sino que se repite en buena parte de Latinoamérica). Una aproximación a la obra del intelectual boliviano puede encontrarse en “El soplo vital del indianismo revolucionario: Fausto Reinaga (1906-1994)” de Gustavo R. Cruz.
[7] El autor haitiano continuó hablando de “razas” pero sin la connotación biológico-racista. Nosotros haremos algo similar. Como la idea de “indio” para nombrar a los pueblos originarios americanos no fue sino una invención de Colón (Dussel, 1992: 33-40), algo parecido observamos en la invención de las razas amen de su directa vinculación con la voluntad-de-poder. Nuestra intención es señalar la jerarquización racial/étnica como una determinante del concepto “sistema-mundo europeo/euro-norteamericano capitalista/ patriarcal/ moderno/colonial”. (Ramón Grosfoguel) 
[8] Martínez Pería, Juan Francisco; “El ideario político crítico de la Revolución Haitiana” [CLASE]. En: Curso virtual “Historia del Pensamiento Latinoamericano” (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires, Abril 2012a), p. 3. Ver también Eduardo Galeano; Las venas abiertas de América Latina, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, [1971] 2012, p. 83.
[9] Martínez Peria, Juan Francisco; op. cit., 2012a, p.15. Lo que se encuentra entre apóstrofes pertenece a Nesbitt, N; Universal Emancipations, The Haitian Revolution and the Radical Enlightenment, Richmond, Virginia University Press, 2008.
[10] Grüner, Eduardo; Revista Los nueve monstruos, nº4, año I, mes setiembre-octubre, 2009, pp. 2-4.
[11] “La racionalidad moderna es absorbente y, al mismo tiempo, defensiva y excluyente. Quijano añade que en imperios, epistemologías e idiomas no europeos (mandarín, árabe, bengalí, ruso, aymará, etc.) tal noción de totalidad no existe o es impensable.” (Mignolo, 2010: 13)
[12] Proclamación de la Independencia de Haití en “Boisrond Tonnerre: Memoires pour servir a histoire d'Haiti”, Puerto Príncipe, 1991.
[13] Carta compilada por Aristide, Jean Bertrand y Nesbitt, Nick en Toussaint Louverture and the Haitian Revolution, Verso, Londres, 2009, pp. 5-6, citada en Martínez Peria, op. cit., 2012a, p. 16.
[14] “Estos hechos prueban que la colonización [o la represión] deshumaniza al hombre incluso más civilizado; que la acción colonial [o represiva], la empresa colonial [o represiva], la conquista colonial [o represiva], fundada por el desprecio del hombre nativo y justificada por este desprecio, tiende inevitablemente a modificar a aquel que la emprende; que el colonizador [o el represor] al habituarse a ver en el otro a la bestia, al ejercitarse en tratarlo como bestia, para calmar su conciencia, tiende a transformarse él mismo en bestia” (Césaire, [1950] 2004: 19) Y acaso sea peor: el colonizador, el represor ya se ha concebido de antemano como una bestia, deshumanizado, cuestión que le permite tratar a los demás de la misma manera en que se trata a sí mismo. Un ser feliz no puede oprimir. Un ser que ama no puede domeñar a los demás. Si lo hace es porque no es libre.
[15] Jorge Abelado Ramos, por su parte, marcará los prejuicios y voluntades-de-poder del abate De Paw, Voltaire, el abate Raynal, Bacon, De Maistre, Montesquieu, Hume y Bodin. Ver “El Continente de los leones calvos” en Historia de la Nación Latinoamericana, Continente, Buenos Aires, 2011, pp. 91-92. (Vale aclarar que esta edición tiene ampliaciones, nuevos textos y correcciones realizadas por Ramos. La primera edición de este libro la llevó a cabo la editorial Peña Lillo en 1975) 
[16] Documentos para la historia de Haití en el Archivo Nacional, p. 49. Publicación del archivo Nacional de Cuba, La Habana, 1954, citado en Jorge Abelardo Ramos, op. cit., pp. 146-147.
[17] Proclamación de la Independencia de Haití en “Boisrond Tonnerre: Memoires pour servir a histoire d'Haiti”, Puerto Príncipe, 1991.
[18] Ver los trabajos de Martínez Peria, Francisco Miranda: El forjador de la utopía colombiana y La Patria es América: El ideario político y Social del Libertador Simón Bolívar. También puede verse Jorge Abelardo Ramos, op. cit., pp.148, 162 y 394. 




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