Perder las alcaldías de Quito y Cuenca es simbólicamente un revés
político para el movimiento PAIS. Y ganar las prefecturas de Pichincha y
Guayas parecería que tampoco ocultara ese varapalo que debe ser
entendido desde distintas interpretaciones.
Sin contar todavía con los resultados oficiales de todo el país,
cantón por cantón y parroquia por parroquia, la disputa política se
había concentrado en Quito y Guayaquil, sin contemplar lo que sucedería
con la ciudad de Cuenca y otras más. Evidentemente el resultado
electoral de ayer marca un punto de inflexión en el desarrollo del
proceso político iniciado en 2007 con el ascenso al poder de Rafael
Correa Delgado.
A lo largo de nueve elecciones la derrota quedó relativamente fuera
de todo cálculo. Mucho más cuando hace apenas un año, en los comicios
presidenciales y legislativos, el movimiento PAIS obtuvo un triunfo
arrollador: 100 asambleístas de 137 y Correa fue elegido en primera
vuelta con casi 30 puntos de distancia respecto del exbanquero Guillermo
Lasso, su principal contendor.
Rodas obtuvo el 58% de los votos en Quito; Nebot el 60% en Guayaquil; y Cabrera el 50% en Cuenca.
De las primeras evaluaciones, en el caso de la capital, se puede
concluir que no se trata de un voto a favor del candidato que mostró las
mejores propuestas sobre lo que hay que hacer en Quito. Por lo menos,
en los debates y las entrevistas críticas, Rodas mostró falencias y
desconocimiento. Por el contrario, parecería que el triunfo se debe a un
aparente castigo debido a ciertos errores cometidos (pero también
sobredimensionados en algunos casos) en la gestión de Augusto Barrera y
quizá a un comportamiento crítico con el desarrollo del proyecto
político de PAIS en la capital.
En esta ciudad se han protagonizado algunas expresiones
(manifestaciones, plantones, debates y disputas) de rechazo a la
decisión de explotar una parte de los campos petroleros del Yasuní ITT,
además de haber tensiones políticas con algunos sectores gremiales y de
la izquierda que activan sus movilizaciones y rechazos en algunos
centros de educación y ONG.
Y no está por demás decir que Quito no es una ciudad que se comporte
políticamente bajo un esquema tradicional o se sostenga permanentemente
bajo un comportamiento clásico. Si bien conlleva un espíritu rebelde
histórico ahora tuvo por delante un escenario complejo, pocas veces
analizado a profundidad por los mismos dirigentes y líderes locales del
movimiento PAIS, tal como lo reconocen algunos. En ese escenario,
Barrera afrontó una responsabilidad dura y difícil al poner en orden la
administración y decidir por un proyecto con enorme carga de riesgo en
su prestigio político.
El aprendizaje de la oposición
La derecha ecuatoriana fue derrotada en nueve elecciones consecutivas. Esas derrotas significaron para los sectores empresariales, financieros y mediáticos un aprendizaje consecutivo. Para eso desarrolló una estrategia silenciosa y hasta millonaria para minar la Revolución Ciudadana a través de una campaña sostenida de desinformación, desprestigio y acoso mediático desde adentro y fuera del país.
Pichincha apoyó la reelección de Gustavo Baroja; lo mismo
que hizo Guayas con Jimmy Jairala.
Ahora esa derecha ubicó a un personaje que reúne los requisitos de un
libreto conocido para sostener una larga lucha, muy bien parecido al de
Venezuela con Henrique Capriles. Él es Mauricio Rodas, que perdió las
elecciones presidenciales de febrero de 2013, no superó el 5% de los
votos, pero quedó como una opción ‘nueva’, ‘fresca’ y ‘conciliadora’. En
realidad ni es tan nuevo (militó en las filas socialcristianas en los
noventas) ni muy fresco porque transporta las ideas liberales de antaño y
construidas desde un ‘laboratorio’ político de la fundación Ethos,
asentada en México, de la que es parte Enrique Krauze. Pero menos aún es
un conciliador dado su comportamiento político agresivo en sus
posturas, aunque lo disimule con una sonrisa.
Ese personaje, además, reúne en su entorno a todo el aparato
político, financiero y mediático que ha hecho oposición a Rafael Correa
de diversos modos y todo el tiempo. Allí se encuentran los grandes
grupos financieros e inmobiliarios afectados por las políticas de
redistribución de la riqueza, a través de un sistema impositivo y fiscal
donde más pagan los que más tienen. Por eso el eje de su campaña
presidencial y ahora por la alcaldía de Quito fue menos impuestos. Y
también por ello, los grandes medios de comunicación privados y
comerciales han trabajado con su discurso, sus argumentos y postulados
como si fuesen propios, cuando cualquier analista ingenuo podría
encontrar allí una coincidencia nada casual.
Por todo ello, la recomposición de la derecha ecuatoriana pasa por
este personaje, a quien otorga todas las facilidades para disputar el
sentido político de la Revolución Ciudadana bajo la bandera de un
liberalismo supuestamente dialogante, tolerante y abierto a toda
propuesta.
Sin embargo, no podemos hablar todavía de una derecha sólida,
unificada, coordinada y sin sus visiones y hasta tensiones internas. Por
lo visto hasta ahora las distancias entre Rodas, Lasso y Jaime Nebot, a
la luz de la euforia del resultado, son cortas, pero fueron evidentes
las diferencias a la hora de conformar listas y proponer candidatos.
¿Cuál es el devenir del proyecto político de PAIS?
El movimiento PAIS contiene una experiencia dura de luchas electorales, pero sobre todo de disputas políticas diarias, semanales, en muchos terrenos. Y esta vez, al parecer, no midió adecuadamente el comportamiento de la derecha y no supo sumar aliados en las diversas circunscripciones para fortalecer un frente democrático.
Rafael Correa se jugó buena parte de su capital político en estas
elecciones. Afrontó con mucha personalidad las dificultades y dio la
cara a la avalancha mediática y política cuando asumió lo que
corresponde a todo líder: poner el pecho a las balas cuando ve riesgos
en el frente.
Nadie puede decir ahora, con argumentos y datos, hasta dónde
perjudicó o ayudó la presencia intensa de Correa en esta campaña. Lo que
sí está claro es que su participación fue explotada y exacerbada por
todo el aparato político y mediático de la derecha. No hubo día ni
reducto en los medios donde no se juzgara esa presencia y participación.
¿Hizo falta que Correa llegara a ello? ¿En Quito, particularmente, esas tácticas fueron favorables o dieron paso al resultado de ayer? Por lo visto y expresado por algunos sectores críticos del gobierno, a Correa no le perdonan sus postura sobre algunos temas, por ejemplo: haber retado a la rectificación del caricaturista Bonil.
De todos modos, lo dicho por Augusto Barrera, al asumir la derrota,
colocó la reflexión sobre la condición original de izquierda
revolucionaria que se debe recuperar, en todos los niveles y en todas
las actuaciones, a partir de una autocrítica profunda y un
reconocimiento cabal de toda su capacidad política y electoral, que no
estuvo a la altura de esta disputa ante una derecha agresiva.
La ‘pérdida de la capital’, eso sí, también debe significar un
estricto control de las conquistas y derechos alcanzados, el no dar paso
a las privatizaciones, a la merma del sentido ciudadano y democrático
de la participación barrial. Y por lo mismo, el devenir de PAIS en estos
años, antes de la elección presidencial de 2017 conlleva una
construcción de más y nuevos hitos revolucionarios.
Tomado de aquí
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